Mi Ada

Una vez quise pedir un deseo, la sala se llenó de luz y apareció una Hada.
¿Qué es lo que deseas? -preguntó impaciente.
La lista era interminable: un auto, una casa, etc. etc.
...¡Trabaja!- me dijo sonriente.
¿Quéeee?, no eres acaso mi Hada.
-Por supuesto, pero lo que tú estás pidiendo lo debes de conseguir por mérito propio y no porque otros muevan su varita.
Entonces, ¿qué te puedo pedir?
-Cuando lo descubras apareceré de nuevo.
Días más tarde, pensé: ya sé que pedirle... Hada, Hada, aparece
- ...¡Hola guapo!, ¿cúal es tu deseo?
Quiero ser el mejor en mi área de trabajo.
- ¡Practica, practica... ! eso se logra con los años y no con el toqué de mi varita. Y desapareció.
Y así pasaron los años y sus respuestas fueron muy similares.
Pero cierto día... ¡Hada, Hada!
- ¿Qué deseas? -me dijo.
Una catarina.
- ¡Una quéee...!
Una catarina, esos animalitos chiquitos naranjas con puntitos negros, algunos les dicen mariquitas.
- Nada tonto resultaste; las catarinas tienen el don de hacer sacar lo mejor de tí. ¿Pero cómo descubriste el secreto?
Una de mis alumnas me hizo recordar la alegría de ser niño de nuevo, cuando no necesitaba de las cosas materiales que dicen los adultos requieres para ser feliz.
- Bueno, y entonces ¿para que quieres la catarina?
Quiero mostrarséla a mis hijos ella les hará descubrir la paciencia y el amor por lo que nos rodea.
El Hada desapareció pero antes de irse salío una luz de su varita que llegó a mi corazón, me sentí pleno de alegría y gozo y hoy puedo compartirla con todo aquel que me regala una sonrisa.
¡Que magnífico regalo me dió Ada y no necesariamente mi Hada madrina!